Un lugar imposible y por consiguiente mágico. No tuvimos el placer de conocer al genio visionario y arriesgado, pero entendimos que fue un paisa aficionado a la pesca quien decidió construir su cabaña en este lugar remoto. Luego, una cosa llevó a la otra... primero algunos entusiastas del arte de la carnada lo transformaron en hospedaje, uno de ellos también motero convidó a nuevos aventureros de dos ruedas, y estos llevaron a otros. En algún momento afortunado de ese voz a voz viral fuimos invitados!
Salvo algunos mineros artesanales ocasionales apostados en la ribera del río Samaná en busca de oro, este es un territorio prácticamente virgen, hoy zona de compensación ecológica de Argos.
Para llegar al lugar confabulan los astros del aventurero: unas horas en moto, cruzar el Magdalena en Ferry desde Puerto Serviez hasta La Sierra, hacer un corto off road para parquear en la marina de La Pesca y finalizar tomando una canoa (motor fuera de borda) río arriba durante 1 hora.
La expedición se cierra con broche de oro, obligados a desconectarnos del mundo exterior fuimos descubriendo cascadas y playas, fauna y flora silvestre para finalizar con un viaje de regreso al hospedaje, flotando en salvavidas, impulsados por la corriente del río. No sobra destacar la espléndida vocación de servicio de nuestros anfitriones.
Solo resta esperar que Argos no convierta esta joya ecológica en un macro proyecto hidroeléctrico (Porvenir 2). Así algún otro motero errante podrá contar la anécdota. Amanecerá y veremos.
